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¿Tanto miedo a una simple ley?
Publicado el 23 de Septiembre de 2010
Por Víctor Ego Ducrot
Periodista, escritor y profesor universitario.
El Estado de Derecho allana así el camino a la diversidad de voces a la hora de interpretar y narrar la realidad, de forma tal que no sea un puñado de empresarios concentrados y sus servidores o caballeros de la mesa redonda mediática, los únicos posibilitados a establecer los principios de verdad desde los cuales encolumnar o disciplinar al conjunto de la sociedad.
El miércoles pasado decía aquí, en este encuentro de todas las semanas, que varias y diversas entidades –y prestad atención a la palabra diversas, por favor– se aprestaban a organizar una movilización callejera, frente al Palacio de Justicia, para exigir que la Corte se ajuste a Derecho y haga posible que una ley debidamente sancionada por el Congreso sea obligatoria para todas y todos los que habitamos sobre suelo argentino. Para los oligopolios mediáticos también.
Pocas horas después, la Coalición por una Radiodifusión Democrática le puso fecha a la iniciativa y, así, para el próximo 28 son muchos quienes esperan que sean más los que, a las cinco de la tarde, se concentren con un objetivo muy simple, diría que para nada excesivamente ambicioso. Es más, lo definiría como usual y hasta del más elemental naturalismo en todo país que vive en democracia: el objetivo de que la máxima instancia del Poder Judicial haga justicia.
Me refiero al artículo 161 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, norma a la cual el Grupo Clarín no quiere someterse y califica de desinversión, cuando no es otra cosa que una previsión lógica de todo instituto legal: que su vigencia sea efectiva en forma universal. Es decir, que remita al viejo principio del Estado de Derecho instaurado, por lo menos, a partir de la Revolución Francesa, por no remontarnos aun más lejos en el tiempo y citar ejemplos muy caros a los citadores de experiencias europeas. Sí, estoy pensando en el viejo Juan sin Tierra y su Carta Magna de principios del siglo XIII. ¿Se lo imaginan a Magnetto y a sus cómplices disfrazados de periodistas, escupiendo sobre la tumba del quinto hijo varón del rey Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, allá en la Catedral de Worcester? Qué despelote, ¿no?
Los que tienen flor de despelote en la cabeza son ellos, los del Grupo. Miren ustedes que salir a todo parche y clarinete, en primera plana del diario, como lo hicieron días pasados, con que es el kirchnerismo el que convoca a la marcha del 28, cuando la Coalición es un espacio integrado por alrededor de 300 organizaciones vinculadas a la comunicación social, en la que hay para todos los gustos políticos e ideológicos. Por eso les pedía al principio que reparasen en la palabra diversidad; eso sí, dentro de tal diversidad, todas son defensoras de la Ley y de las instituciones de la Constitución.
Por supuesto que el kirchnerismo también se sumó a la iniciativa, y tiene el legítimo derecho de hacerlo, pese a las pataletas y furias de cierta oposición que ve con desespero cómo sus maniobras desestabilizadoras y de antigobernabilidad van deshilachándose poco a poco, van perdiendo el ruego y la atención de muchos, frente a la contundencia republicana de cada una de las medidas que anuncia y pone en marcha el gobierno nacional.
Y entre las instancias del kirchnerismo que militan a fondo para que el 28 sea una jornada verdaderamente multitudinaria, se encuentra la Corriente por una Comunicación Nacional Popular, que crece con la dinámica de las iniciativas que basan su poder de convocatoria en la originalidad de la lectura del escenario político y de las herramientas de intervención sobre el mismo.
A la reunión del pasado 4 de septiembre, en la cual las carreras de Comunicación de 15 universidades públicas le brindaron su adhesión, le siguió un encuentro, el fin de semana último, en el Centro Cultural Padre Mugica, de Lomas de Zamora, donde se hicieron presentes movimientos sociales de distintas naturalezas, desde cooperativistas, pequeños agricultores familiares y campesinos, a productoras de contendidos independientes de la estructura oligopólica, de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos y Córdoba.
Acordaron sumarse a la iniciativa planteada por la Corriente, con un plan de acción muy claro y, reitero, novedoso, como herramienta de participación y de intervención política para, como los presentes en la Mugica se encargaron de destacar, apoyar y profundizar el proceso de transformaciones democráticas que encabezan la presidenta Cristina Fernández y el titular del PJ, Néstor Kirchner.
Y digo que se trata de un espacio original porque considera que las radios y las emisoras de TV, concebidas como medios de comunicación popular –los existentes y los que vayan a crearse conforme a las previsiones de la nueva Ley de Medios–, puedan operar como instrumentos productores de sentidos desde sus respectivas cargas editoriales y programaciones, abarcativas de la más amplia agenda temática, pero también actuar como organizadores de la sociedad en orden a su participación activa sobre la realidad política.
En ese sentido, la Argentina estaría poniendo en marcha una experiencia democrática seguida con atención en el resto del mundo, muy especialmente en los países que conforman la Unasur, porque por primera vez en la historia, y partir de la vigencia plena y para todos y todas de una ley –vigencia que se reclamará el 28 frente a Tribunales–, un Estado se obliga a sí mismo a identificar, reconocer y darle voz a la compleja multiplicidad de identidades y de intereses que definen a las sociedades contemporáneas.
Seguramente es por eso que los oligopolios le tienen tanto miedo a la nueva Ley de Medios, como se lo tienen a las iniciativas de la presidenta tendientes a poner en marcha un sistema igualitario de producción y distribución de papel para diarios. Le tienen miedo porque el Estado de Derecho allana así el camino a la diversidad de voces a la hora de interpretar y narrar la realidad, de forma tal que no sea un puñado de empresarios concentrados y sus servidores o caballeros de la mesa redonda mediática, los únicos posibilitados a establecer los principios de verdad desde los cuales encolumnar o disciplinar al conjunto de la sociedad.
La idea central desarrollada por la Corriente que acaba de nacer y ya piensa en un acto propio para alrededor del 10 de octubre próximo, primer aniversario de la nueva Ley de Medios, consiste justamente en desarticular la trampa a la que en forma diaria los oligopolios de la palabra y la imagen someten a los argentinos y las argentinas. Esa desarticulación será inapelable toda vez que derive de la comunicación popular como eje de organización política y social, creando un escenario de sentidos que ponga en crisis los mecanismos mediante los cuales los oligopolios transforman sus sistemas de intereses y valores en sistemas de intereses y valores supuestamente universales.
Dicho de otro modo: Será otro el gallo que cante cuando en este país sepamos que llueve cuando efectivamente nos mojemos con el agua que cae del cielo, concreta y tangible, y no cuando los canales de televisión y las radios del Grupo Clarín y sus socios del oligopolio nos informen sobre precipitaciones pluviales y alertas meteorológicos. Seguramente, es por todo ello que Magnetto les teme tanto a los chaparrones.
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